Celebrar
Conozco a una pandilla de amigos que festeja la llegada del 1 de agosto. Ese día se felicitan diciendo "¡Feliz 1 de agosto!" con el mismo entusiasmo que cuando en diciembre se desean "Feliz Navidad". Se van de comida y pasan el día juntos. Celebran. Me parece maravilloso.
Porque en la vida en general nos cuesta celebrar, y cuando hablo de celebrar me refiero a sentir y expresar gratitud. Lo bueno que nos ocurre lo damos por sentado, no nos parece extraordinario el simple hecho de despertar una mañana más. Vivimos en modo automático, atrapadas por las prisas y el estrés, que nos impiden saborear las bondades que nos ofrece estar aquí y ahora. Por regla general, siempre estamos más pendientes de lo que nos falta, en lugar de lo que ya tenemos, impidiéndonos disfrutar del presente.
La gratitud es reconocer las cosas buenas de la vida, y eso no quiere decir que no seamos conscientes de que también está llena de dolor y sufrimiento. Pero dedicar unos momentos a sentirse agradecida tiene un impacto enorme.
Según Emma Seppälä, en su libro The Happiness Track, la investigación muestra que la gratitud tiene grandes beneficios: no solo mejora nuestro bienestar, sino que también fortalece habilidades profesionales. En cuanto al bienestar psicológico y la salud, la gratitud promueve emociones positivas, reduce el estrés y la ansiedad, y mejora la calidad del sueño. A nivel profesional, aumenta la inteligencia social, mejora las relaciones y la capacidad para influir positivamente en los demás. Además, potencia la toma de decisiones a largo plazo, la fuerza de voluntad y fomenta comportamientos más éticos y amables.
En el mundo empresarial también nos cuesta celebrar. En las empresas, el foco está siempre en los números, en los objetivos. Si alcanzamos una meta, apenas nos detenemos a celebrarlo porque ya estamos corriendo hacia lo siguiente. Y si no lo logramos, si no hemos conseguido ese proyecto o nos hemos quedado lejos del "número", entonces hacemos un "post mortem", que ya solo el nombre tiene un carácter más de drama que de celebración. Y seguro que hubo cosas que se hicieron bien y que convendría recordar, aunque al final no se consiguiera el objetivo.
Por eso me gusta el concepto de Fred Kofman “el éxito más allá del éxito”: Imagina que estás trabajando en un proyecto importante y, aunque no logras el resultado que esperabas, has aprendido, crecido y actuado de acuerdo con tus valores. El éxito más allá del éxito significa que, aunque no alcances la meta concreta, es igualmente importante cómo te has comportado durante el proceso: ¿te has mantenido fiel a tus principios? ¿has afrontado los retos con integridad? Si es así, eso ya es un éxito en sí mismo, y una oportunidad para sentir aprecio y celebrar. Porque va más allá de los números o resultados tangibles, se centra en quién eres y en cuáles son tus valores. Así que aunque no consigas los resultados, siempre tienes oportunidad de celebrar el éxito más allá del éxito.
Celebrar ese proceso, y no solo el resultado, es una práctica que podemos integrar más, tanto en nuestras vidas personales como profesionales. Porque, aunque no consigamos todos los objetivos, siempre hay algo que podemos valorar, agradecer y celebrar.
👉 Te dejo aquí tres ejercicios sencillos para empezar a incorporar la gratitud:
En equipo: Prueba a empezar o cerrar reuniones con un "momento de gratitud", donde cada persona comparte algo por lo que está agradecida. Esto fortalece la confianza y la conexión, y crea un espacio para disfrutar del trabajo en equipo.
En familia: Coloca un "bote de gratitud" en la cocina. Cada miembro de la familia puede ir escribiendo pequeños momentos o cosas por las que se sienten agradecidos. Al final del año, dedica un día especial para leer y recordar todo lo bueno que os ha sucedido.
Para ti: Pon una libreta en tu mesita de noche y dedica cinco minutos al final del día a escribir tres cosas por las que te sientas agradecida, sin importar lo pequeñas que parezcan. Hazlo durante una semana y notarás cómo cambia tu enfoque y tu estado de ánimo.